ARCO 2002 zona cero del arte contemporáneo

Me habría gustado hacer una crónica critica y constructiva de la feria de este año, ilustrada con cientos de fotografías de las miles que estaba listo para hacer con mi súper cámara digital. Había seleccionado una banda sonora estupenda para el evento (Matrix) que sonaba en mis pinganillos a todo pastilla mientras nos dirigíamos toda la comitiva de Trujillo hacia la zona de venta de entradas. Hace cerca de 20 años que voy a ARCO, desde las primeras ediciones en las que Kilo y yo asistíamos con el traje de colores, cuadro colgado de la espalda y cámara de video en ristre. No conseguimos nunca sentirnos integrados en esa macro estructura que si bien ponía ante nuestros ojos "lo mejor" del arte de nuestro tiempo, también evidenciaba el desprecio y la indiferencia mas absoluta a las vanguardias minoritarias, los artistas sin nombre y personajillos venidos de su pueblo en autostop para participar de la fiesta mayor del arte. Siempre fue mas una feria que un evento cultural pues el motor ha sido y es hoy mas que nunca el dinero y no el arte. La zona donde se venden las entradas es una inmensa cola que avanza a paso de tortuga y con resignación todos abonan 23 Euros (3827 Pts) primer atraco de la jornada. La segunda cola es para entrar y franquear el dispositivo de seguridad tipo aeropuerto donde cachean a empujones al despreciable público que en masa acude al evento. Tras pasar bajo el detector de explosivos la mano de un agente del orden me separa de un tiron de la fila, mal humorado me chilla "fuera, nada de mochilas y eso no será una cámara de fotos", exclama mientras que rompe mi entrada y me echa a la calle advirtiéndome que no se me ocurra intentar volver a entrar. Una pequeña mochila para guardar los folletos es imprescindible en una macro feria pero el negocio de la consigna justifica las molestias. En cuanto a las cámaras de foto y video es exclusiva de la prensa por los beneficios de una promoción gratis que genera el eco social en pos de los ya reconocidos en este mundillo o mafia legal. En la puerta brillaba el sol de febrero y los jóvenes sentados en le suelo por no haber apenas bancos comentaban entre muerdos al bocata y trago de litrona el elevado precio de tal obra y lo absurdo de otra. Unos estudiantes de bellas artes no paraban de hablar del Miro de Cela y de su posible cotización en este mercado, como si esa fuese la mas importante lección para ser algo en todo esto. Condenado a no entrar me senté con ellos e hice fotos del panorama, pude ver la resignación del paseante vigilado por francotiradores y policías de paisano, como el móvil es ya una extensión de la mono para todos y en eso sonó el mío. Mis compañeros desde el interior no entendían mi posición en la retaguardia y mi negativa a volver a intentar entrar esta vez sin cámara ni mochila. Para mi como artista esa feria es insultante por sus propósitos y su soberbia, como consumidor me siento estafado pues al reclamar mis 23 Euros me dijeron "se siente". De vuelta a Trujillo la tertulia con el catalogo oficial delante que es lo único que he visto y la critica de los excesos vacíos, la violencia y el pesimismo reinante. Las obras son en su mayoría fruto de las pesadillas mas terribles de unos artistas sin carisma, fríos y distantes, protegidos de un escudo de negrura que no deja el mas mínimo atisbo de esperanza a la sociedad que representa. El ARTE debe fluir cuesta arriba si es necesario en el olvido de nuestros pueblos que son nuestro refugio de libertad hasta que vengan tiempos mejores y el buen gusto se sobreponga de la farsa del comercio especulativo. Mientras usaremos la ventana de Internet para exponer gratis y sin colas.

Chuty